Comenzar un camino nuevo es duro. Muy duro. Nuestro cerebro está diseñado para resistirse al cambio con todas sus fuerzas, porque cambio significa tener que enfrentarse a lo desconocido. Cambio significa tener que aprender a navegar por aguas nuevas. Cambio significa dejar atrás la seguridad de lo conocido, y esto al cerebro no le gusta. Y se resiste a ello —por ello preferimos quedarnos con lo malo conocido en muchas ocasiones, antes que arriesgarnos a lo bueno, pero desconocido, que pueda venir.
Cambio por voluntad propia también significa tomar la decisión consciente de dejar la zona de comfort y lanzarse a vorágines que no sabemos a dónde nos van a llevar.
Pero sin cambio no hay evolución.
Sin movimiento, no hay mejora, aunque sí puede darse un empeoramiento de la situación.
Si nos quedamos quietas, nos cubrimos de líquenes. Y lo que queda divino en una estatura de jardín nos ahogará dentro de unos años a lo más tardar. Cuando tengamos que justificar ante nosotros mismos por qué no le echamos las narices que hacía falta para intentar perseguir nuestros sueños.
A mí, como buena Libra, lo que más me cuesta de todo es tomar decisiones. Dar el paso. Soy miedosa por naturaleza. Busco la seguridad como una perrillo de las praderas. Y claro, empezar de nuevo esta página y los proyectos que ella conlleva, pero “ahora sí”, pues significa pasar de un limbo, en le que todo lo mejor y todo lo peor pueden ocurrir, a una realidad concreta, en la que fracasar y cagarla a lo grande se convierten en una posibilidad más que real.
Habrá gente a la que esto le resulte incomprensible, pero para algunas de nosotras, tomar la decisión de ponerse a escribir “en serio”, a intentarlo y ver qué pasa, no es tan fácil como pueda sonar. Porque siempre vamos dejando trocitos de alma esparcidos por todos nuestros escritos. Somos quienes somos, y esto se refleja en nuestra escritura. Y escribir, y dejar que el mundo vea lo que has escrito, significa abrir una ventana a tu alma a cualquiera que se digne a pasar por tus páginas.
Y eso acojona. Porque te abres. Y entonces pueden ver lo que llevas dentro. Te vuelves vulnerable. Te pueden dañar.
Pero aquí estamos. Y que salga el sol por Antequera.
La idea de esta página, mientras espero a escribir algo potable, es ilustrar y registrar mi periplo personal en este mi viaje de camino a convertirme en una escritora de ficción.
Y hacerlo con la idea también de ayudar a aquellas personas que también se encuentren en un punto de su vida parecido. No sólo para compartir recursos que nos puedan servir a todas, sino también para compartir camino, para ofrecer compañía —y quizás también para conseguirla.
Para mostrar que, hey, no estás sola. No estás solo. Tenemos un sueño común, y creo que podemos conseguirlo. Vamos a apoyaros, porque una marea que sube levanta todas las barcas.
Espero que nos aproveche a todos.
Un beso, y a la tecla. ????
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